El pasado miércoles 27 de noviembre celebramos la octava edición de los Premios Bizintek, un evento en el que no sólo reconocemos el talento emergente de jóvenes estudiantes en el ámbito tecnológico, sino que también aprovechamos para reflexionar sobre tecnologías y futuro. El evento de este año estaba centrado en IoT y Energy Harvesting con la presencia de la empresa Energius que nos hablaron de su prometedora tecnología de Energy Harvesting.
El gran protagonista de la jornada fue Unai Beristain, estudiante de la UPV, quien se alzó como ganador con su proyecto de monitorización de vibraciones estructurales para el mantenimiento predictivo de infraestructuras civiles. Los otros dos finalistas no se quedaron atrás, Unai Conejo, de la Universidad de Deusto, presentó un prototipo experimental para la implementación de algoritmos de identificación y control en hardware. Por su parte, Patricia Fraile, de la Universidad de Oviedo, impresionó con su boya marina inteligente basada en IoT y LPWAN, un ejemplo de cómo la tecnología puede aplicarse para mejorar la información y la eficiencia en el ámbito marítimo.
Sin embargo, más allá de los premios y reconocimientos, estos premios también sirven como un día de reflexión hacia el futuro. Comparto una reflexión principal que hacía en mi discurso inaugural.
Corazón y Hambre
La reflexión está relacionada con una tendencia que vengo observando en los últimos años: la falta de 'hambre'. La disminución progresiva de esa chispa, ese deseo de aprender, crecer y superarse.
Hace poco escuchaba una entrevista a Peter Thiel, cofundador de PayPal, que hacía una reflexión interesante. Decía que hoy tenemos 100 veces más doctores que en 1924, pero el progreso científico no ha crecido en la misma proporción. Según él, un doctor hoy es un 99% menos productivo que en aquella época. Aunque estas cifras son un poco imprecisas porque es muy difícil medir el progreso científico hay algo en esa idea que resuena: más no es mejor, mejor es mejor. Lo que marca la diferencia no es la cantidad, sino el propósito, el enfoque y, en última instancia, ese 'hambre' por ir más allá.
No quiero sonar como abuelo cebolleta, pero hemos escuchado ya 100 veces el ejemplo de la diferencia de lo que hoy en día se pregunta en las entrevistas de trabajo frente a épocas anteriores. Muchas veces lo primero que se pregunta hoy es por el horario o las vacaciones en vez de lo que se puede aportar o aprender. Y no me malinterpretéis: el bienestar es importante, fundamental diría yo, pero el bienestar tiene que estar sustentado de productividad, compromiso y autorrealización. Y eso se consigue con propósito y esfuerzo. No resolvemos el gran problema que tenemos a nivel global de equipos y trabajadores desmotivados con más vacaciones.
¿Por qué pasa esto? Hay muchas razones, pero creo que una de las principales es la falta de un propósito claro. Si no sabes para qué haces lo que haces, si no tienes claro para qué te levantas cada mañana, es fácil caer en la desidia y si no le pones ganas y corazón a lo que haces el resultado es completamente diferente al que puedes conseguir.
Además, vivimos en una sociedad que valora cada vez más la comodidad. Está bien buscar estabilidad y confort, pero el confort no puede ser la meta. Esa meta es inalcanzable y además va contra nuestra naturaleza. Biológicamente, los seres humanos no estamos "diseñados" para el confort absoluto. Millones de años de evolución vagando en un mundo hostil nos moldearon para adaptarnos, esforzarnos y superar dificultades. Fue precisamente ese proceso lo que nos permitió avanzar como especie. Cuando el esfuerzo y el crecimiento dejan de ser necesarios, perdemos lo que nos hace humanos: nuestra capacidad de evolucionar continuamente.
Imaginad por un momento ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros tuviera claro su propósito y pusiera el máximo esfuerzo cada día en lograrlo?
Mi consejo para todos en general pero para los jóvenes especialmente, es simple: trabajad con propósito, buscad siempre el impacto y no os conforméis con la comodidad.
Esto no significa largas horas en la oficina en algunas de las “Big Four”. La diferencia entre cumplir y destacar está en la actitud, en la energía y el esfuerzo que pongas en lo que haces. Ponle ganas y corazón a cada proyecto, porque ese hambre de crecer y superarte no solo definirá tu carrera, sino también quién eres y lo que eres capaz de lograr.
El reto ahora es llevar estas reflexiones a la acción, en nuestras empresas, en nuestras carreras y en nuestra vida diaria.
¡Enhorabuena a todos los participantes y a los ganadores, y sigamos construyendo un futuro lleno de innovación y propósito!